El alminar

Saturday, May 21, 2005

El revoltoso cable andaluz.

Recuerdo hace ya algunos años cómo, en algunos barrios de Sevilla -para espanto de los vecinos-, buena parte de las calles estuvieron literalmente levantadas. Y para sorpresa de todos, los que abrían el tejido urbano no eran los del agua, los de la luz o los del gas; perfectos chivos expiatorios de desagradables ruidos, caos circulatorio y suciedad. Esta vez venía el cable que, con forma de camaleón, sacaba la lengua con sorna a todo el vecindario.

Inmediatamente venía la pregunta del millón: "Bueno, y ¿el cable para qué es?"; a lo que los operarios, ya cansados del día de faena, contestaban sin dudar: "Señora, el cable es pa tó", dejando la curiosidad tranquila al menos hasta la esquina, cuando una se replanteaba en qué podrían consistir tales excelencias y en qué mejorarían nuestras vidas tantas zanjas abiertas como polvorientas cremalleras.
Me caía bien aquel simpático camaleón urbano de lengua redonda y alegres colores. Parecía que, cansado de vivir en lo más profundo de las zanjas callejeras, había decidido un buen día salir a la luz para ser el icono-fashion de las tapas de alcantarillas hispalenses allá a finales de los 90.


Hoy ya no saca la lengua ningún camaleón. Al simpático cazador le salió una pequeña extensión de tan sólo cuatro letras que, en un pis pas, demostró que el cazador había sido cazado por otra lengua.
Lo comprobarán de manera fácil. Si buscan el antiguo supercable con la extensión "punto.es" el navegador les remitirá directamente a Auna; y si lo intentan por la extensión "punto.com" llegarán directamente hasta Venezuela. Parece que el camaleón volvió al hábitat tropical dejándonos atrás montones de enlaces vacíos, iconos de museo y sueños de uniones imperecederas. Tan sólo -y durante un tiempo-, los colores redondos del camaleón matuvieron su esencia para dar luego, definitivamente, el paso hacia otra imagen que parecía, en estos tiempos, más correcta.


Casi a la par que el Camaleón ONO levantaba la cabeza con otra brillante y prometedora trayectoria; en este caso para Cádiz y Huelva. Al principio con colores morados, luego dulcificándolos para que todos distinguiéramos que era distinto a aquel que ya se dijera...

Pero, cosas de la vida. En negocios no parece existir lo que no se pueda...

El año pasado AUNA trató de comprar ONO. Superado el rechazo de la OPA planteada, la fusión de ambas podría resolverse a finales de este mismo 2005. Así las cosas, poco por contar queda.

Vayamos a los números, que son los que de verdad cantan qué se cuece en lo que se enreda.
Según estimaciones de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, el número de hogares cableados en España alcanzaba el millón y medio hacia el año 2000 y aún no ha subido a los 2 millones. Un porcentaje relativamente bajo constituído, en su mayoría, por accesos híbridos fibra-coaxial, aunque los de fibra óptica alcanzan ya cerca del 35% sobre el total de accesos.
El tira y afloja de la circunstancias políticas de estas décadas, de las inseparables luchas económicas en busca de beneficios, el despliegue de macrogrupos empresariales que diluyen nombres e ideas a favor de grandes intereses, enredan el conocimiento del cable como sucede también con el resto de los grandes grupos mediáticos. Los retrasos de las previsiones, los fallos en la instalación y la certeza de que existen alternativas reales más fáciles y baratas -aunque no integradas-, suscitan ciertas dudas para el posible usuario.
Sin embargo, según los expertos, una alta penetración del cable es condición sine qua non para el desarrollo de la sociedad de la información. De hecho, en los países donde ésta está muy avanzada coincide que existe una gran implantación del cable. Un reciente titular de El País corroboraba el creciente dominio del ADSL, lo que obligaba a las empresas del cable a reaccionar porque las cifras por conexión a Internet bajaban. El análisis de las causas es bien fácil: ha existido una burocracia excesiva en los concursos por zonas, un coste añadido para la apertura de zanjas, una resolución de municipios y comunidades de vecinos lenta etc., lo que ha propiciado que mientras los años pasaban, la televisión digital y el ADSL echaban raíces más fáciles que las del cable por la tierra. Si el cable iba a ser, hace unos años, la panacea para la telefonía, la televisión y la red de Internet con aquel "todo más cómodo, barato, y mejor", la realidad actual es bien distinta a las expectativas de entonces; cuando los concursos realizados para clablear el país integraban a más de 30 empresas, disminuidas hoy a unas pocas en un proceso de concentración imparable. Ojo, que no se alcanzaran las cifras esperadas no significa que el cable no crezca. Según la Asociación de Televisiones Locales de Andalucía existe una subida importante analizada en cuestión de share.
En general el cable en España ofrece un panorama parecido al descrito para Andalucía. Concentraciones, privatizaciones, alianzas y multitud de estrategias que dejan al usuario inmerso en una selva de incertidumbres que pasan de la simple interrogación de los usuarios del cable hasta llegar a la queja en las zonas más desfavorecidas.
Tanto AUNA como ONO venden sus servicios de cable explicando que en él caben las comunicaciones de voz, los contenidos de Internet y televisión a través de una única conexión y de un único operador. Y detallan los servicios derivados frente a supuestos competidores a la par que aseguran una rápida, segura y fácil instalación que acomodará todo el confort y el entretenimiento en los hogares.
Desconozco hasta qué punto su desigual desarrollo por comunidades corresponde a criterios pseudopolíticos o económicos más allá de los puramente comerciales o de desarrollo tecnológico; pero pareciera que la situación del cable -amén de vaivenes políticos-, sufre una lucha entre las tecnologías, que compiten entre ellas. ¿Usted por cuales apuesta?

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Enlace destacado:
El Centro de Estudios sobre el cable propone una interesante lista de enlaces a páginas relacionadas (si bien algunas ya son historia de lo que pudo ser; incluso con enlaces rotos por la evolución de las empresas).

Thursday, May 12, 2005

Ut pictura poesis: Un buen contenido y un buen diseño

"La clave del éxito de una experiencia está en la desconexión placentera del sujeto
respecto a su entorno y en la voluntad de repetir la experiencia y/o el cambio
de actitud o comportamiento tras la experiencia".

Busco la palabra usabilidad en el diccionario de la Real Academia y una pantalla correcta pero algo fría me indica que "no está", lo cual no quiere decir que no exista. El google acumula un total aproximado de 430.000 entradas de este término -adaptado directamente desde el formato anglosajón-, y se acrecienta hasta los 24 millones si nos decantamos por el original usability al que diera vida J. Nielsen. Es el problema de la capacidad ordenada que permite encontrar la aguja en el pajar y que posibilita que uno sepa que las cosas existan o no. Lo que en Internet es casi una cuestión de superviviencia, a no ser que uno quiera permanecer en cierta soledad en su bosque de palabras.

La próxima semana se celebrarán en Barcelona unas Jornadas sobre usabilidad en sistemas de información. Son las segundas de una cadena de propuestas. Y es que, por mucho que parezca que todo está inventado, el debate sigue abierto. Es lógico: siempre se está a tiempo de hacer mejor las cosas ya sea en el apartado de la eficacia o en el de la eficiencia, pues se trata de navegar con facilidad. Y eso requiere de escritores y diseñadores hábiles.

En español, cuando algo sirve, decimos que es útil, que no es un lujo o accesorio. Me aclaran desde la red que el concepto usabilidad ha sido adaptado al español porque integra con coherencia varios términos en sí y su traducción, lejos de ser precisa, sería compleja. Vendría a ser algo a medio camino entre la capacidad para recuperar una información, la accesibilidad y la utilidad.

Esquema Findability-Usabilidad-Utilidad


Aunque la utilidad es nuestra arma lingüística, las nuevas tecnologías capaces de romper fronteras y ampliar límites, una vez, más reivindican y requieren una definición más compleja para un término que no existe y que, sin embargo, ya es el día a día de los usuarios que navegan por Internet. Son muchos los manuales disponibles que participan qué se debe y qué no se debe hacer a la hora de conseguir un bien sitio web a fin de crear correctos escenarios de uso. De hecho, ya son reales -además de virtuales- las páginas accesibles para todos, como Entelequia. Y conocido es el esfuerzo de la Seguridad Social para ser más segura y algo más social.


No es algo nuevo. La busqueda por el buen hacer existió siempre. El mismo Fidias, arquitecto de la Atenas de Pericles, empeñaba sus esfuerzos en alzar en la magnífica Acrópolis, la ciudad armónica bajo los dictados de la sección aúrea; la piedra filosofal de la divina proporción. Los tratadistas renacentistas y otros posteriores ahondaron en el tema y de su saber aún bebe el diseño contemporáneo. Díganme, ¿qué les sugieren estas obras de Rhotko?

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Para La Divina Proporción (Leonardo da Vinci)


Abrir ventanas es abrir posibilidades. En una sociedad donde la cultura visual entra por los ojos a la par que el aburrimiento salta literalmente por el aspa superior derecha de la ventana de su navegador, tres clics pueden ser multitud. El viejo paradigma de Lasswell sigue vigente a la hora de entender cómo escribir en la red. Se trata, en definitiva, de tener claro qué se quiere decir, a qué publico o usuario irá destinado, con qué fin, etc.

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Decía G.H. Hardy que los modelos de un matemático, al igual que los de un pintor, o un poeta, debían "ser hermosos", porque las ideas, como los colores o las palabras, debían ensamblarse de una forma armoniosa. Así la belleza era "la primera señal" para la permanencia frente a lo efímero. No existe, sin embargo, un decálogo de oro para la usabilidad. Es cuestión de sentido común, aunque ciertas pautas pueden ayudar a su consecución. Ya saben: no se trata de abusar de las letras en negrita o en cursiva; tampoco de los espacios pesados, las pantallas inabarcables para el ojo humano o de las florituras innecesarias. Hay que dar posibilidades a búsquedas sensatas, al despliegue de menús que a uno mismo le serían útiles y, como en otras muchas cosas, recordar que la mejor página es aquella a la que uno mismo volvería sin dudar. Como a una buena cafetería o a un buen museo. Aprender del pasado para diseñar el futuro no resulta mala fórmula.

Volvemos pues a la máxima horaciana: "Ut pictura poesis". Y equiparamos pintura y poesía; forma y fondo, continente y contenido; diseño y redacción.


Algunas pistas:
Entrevista realizada por Mari Carmen Marcos y Carles Gibernau; El Profesional de la información (núm. 2, marzo-abril 2005, p. 150-156): "Usabilidad en sistemas de información: los expertos responden" (formato pdf.)
Principios generales de usabilidad para la web:
http://www.desarrolloweb.com/articulos/1133.php?manual=5
Buena bibliografía general y específica:
http://jthom.best.vwh.net/usability/biblio.htm
970 links sobre usabilidad organizados por criterios lógicos:
http://www.usableweb.com
El banner perfecto (si es que existe): http://www.alzado.org/think/banners.html
Estética, usabilidad y emoción:
http://www.ainda.info/estetica_vs_usabilidad.html
El Enano Internáútico: divertida web de contenido desigual pero de interesantes enlaces.
http://www.internauta.info/
No sólo usabilidad... pero sí buena parte:
http://www.nosolousabilidad.com/articulos/sec_usabilidad.htm
Más artículos sobre usabilidad: http://www.webestilo.com/guia/articulos.phtml
Usabilidad para pequeños proyectos web: http://alzado.org/articulo.php?id_art=420
Glosario de usabilidad: http://www.usabilityfirst.com/glossary/main.cgi
Para leer sin cables: http://www.agapea.com/UsabilidadDn10396i.htm

Friday, May 06, 2005

¿Hablamos de valor o de precio?

matrixespaniola1.jpg
Dice Mikel Amigot, director editorial de Iblnews.com, que "lo que no funciona en el mundo real, no funciona tampoco en el mundo de Internet". Algo de razón tiene, aunque Internet, como sistema vivo, es capaz de cambiar modos y funciones. Puede que hasta realidades.

En la freeculture, en la cultura de las opciones gratis o semigratis, lo raro es pagar. Internet proporciona buenas fuentes, buenos medios y buenos recursos. Proporciona, igualmente, buenos virus, buenos artículos insulsos de copia-pega y buena dosis de escritos soporíferos también gratis. Si de lo que se trata es de ver cuántas ventanas es uno capaz de abrir terminará con virtuales agujetas. Además de que, si se abren todas a la vez, lo más probable es que los papeles -también los digitales- salgan volando, o que las sufridas teclas padezcan cierta esquizofrenia contagiada primero por el navegador... luego por el navegante.

Fotogr. de J. A Millán

Raros tiempos los que corren. Por un lado vivimos en la cultura de pagar por todas partes (hipotecas de euribor incierto, letras del coche, electrodomésticos varios, o -incluso-, plazos de las últimas vacaciones). Por otro, en una especie de curiosa invitación permanente a lo gratis que, lógicamente, obtiene singular aceptación. Si ponen la palabra gratis en el google tendrán a su alcance cerca de ¡20 millones de páginas! (Si optan por free alcanzarán la binaria y potente cifra de 1.010.000.000 páginas). Tengan en cuenta que Sida reúne 9,5 millones de páginas; la palabra guerra cerca de 8 y periodismo 1,3. Juzguen ustedes si tienen tiempo, ganas y un buen antivirus que les acompañe por los caminos del free.
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Cuando vengo por las mañanas a la facultad, cada día me recibe alguien con una sonrisa amable y, llueva, haga frío o calor, me regala un diario gratuito que pasa directamente a mi mano. No hay truco. No tengo que juntar chapas de nigún refresco, recortar sellos de ninguna parte o firmar suscripción alguna. Tampoco tengo que comprometerme a venir todos los días o ceder mis datos a algún fichero informatizado para alguna remota base de datos.
Tan fácil como esto. Tras el "muchas gracias" de rigor pienso cuántas manos agradecidas verán estos chicos jóvenes que reparten la prensa gratuita. Recuerdo cuando salió la Gaceta Universitaria. Aquellos periodiquillos con olor a tinta, a fiesta de estudiante y a cierto tufillo de negocio, por entonces más solapado ante la novedad. Ahora quedan amontonados en la puerta de las facultades y son recogidos al gusto. Hace unos quince años, otro joven amable, los entregaba en las clases de la Fábrica de Tabacos con la misma sonrisa que ahora ha volado hasta la facultad de Comunicación. A estas alturas sería una alucinación decir que el éxito de la prensa gratuita esté originado por el chico o chica que reparten el diario. Pero parte de su estrategia de audiencias radica ahí: en acercar el día a día al lector de manera gratuita, cómoda, llevándolo a la mano del destinatario a pie de puerta, semáforo o esquina con un formato ágil, una redacción fácil, llamativa y eficaz. ¿Qué más quieren? Probablemente no encuentren la taza de procelana o el libro del día que regala otro medio de pago en su kiosko habitual. Pero también saben que recoger esas hojas volanderas gratis no va a impedir que usted se acerque al kiosko por la taza -si es que le interesa- con los cromos recortados en mano y, de paso, acceda al abanico expuesto allí de información.
En realidad, el indudable atractivo de los gratuitos queda fuera de toda duda. Los nuevos diarios gratis mejoran, e incluso hay quien habla de gratuitos de segunda generación. Hasta pareciera que los diarios de pago apuestan por los gratis; que en España ya reúnen a más de tres millones de lectores.

Desde este alminar digital facilitado por la blogosfera aún no alcanzo a ver con claridad el horizonte que antes vislumbraban aquellos que desde las alturas esperaban entre almenas las que se les venían. Quizás hubiera sido más eficaz considerar un trapecio -también virtual-, por aquello de ser preferible verlas venir en movimiento. Esta torre, que además de sus raíces -léase cimientos- quiere tener cables no sabe lo que pasará mañana. Ni siquiera esta noche. Aunque cree percibir una lógica y necesaria convivencia entre ambos tipos de recursos; ya de pago, ya gratis, en todas sus variantes, vertientes y métodos. Es cierto que, de un tiempo a esta parte, los medios digitales han tomado posturas ambiguas a la hora de lograr una definición propia. Primero en cuanto a contenidos, formatos, nombres o definiciones se refiere. Luego, a veces a la par que lo anterior, en establecer y asentar una política de mercado clara. Esto último se ha visto traducido en una variedad de opciones al alcance del consumidor. Una diversidad que, en principio, me parece positiva. Cobrar por contenidos especiales, por datos multimedia, por ofrecer la información antes, por...lo que sea. O no.
Cuando la fiebre de la red alcanzó a las redacciones muchos tenían una política bastante clara en cuanto a lo que hacer, pero sólo unos pocos –y no sin cambios posteriores-, algo más difusa en cómo hacerlo. En los noventa, con la red ya enredada por medio mundo, en España los medios tenían algo muy claro: ante todo había
que estar. De la manera que fuera, con el formato que fuera, y por supuesto, mantenerse, incluso con costos añadidos. Pronto se vio que la red podía ser un escaparate de mil y un negocios insertos en el medio. Desde hoteles a agencias de viajes, desde centros comerciales a la venta de ordenadores; de lo más surrealista a lo más cotidiano. Ahí estaba el negocio. La enciclopedia del kioskero o la taza semanal de fina loza aparecían virtualmente a golpe de click al abrir ventanas cómodamente desde el sillón de casa o el de la oficina. Aún así el mercado no se ha decantado por una política uniforme de precios, lo que no me parece que sea necesario. La igualdad prefiero exigirla en cuestiones de justicia. El resto, guste o no, debe moverse al vaivén de los tiempos. Porque, ¿hablamos del valor o del precio? Recuerden a Machado y aquello de los necios...