El alminar

Thursday, March 31, 2005

Escribir tejiendo, leer relacionando.

"¿Qué somos, qué es cada uno de nosotros sino
una combinatoria de experiencias,
de informaciones, de lecturas, de imaginaciones?
Cada vida es una enciclopedia,
una biblioteca, un muestrario de estilos donde todo se puede mezclar continuamente
y reordenar de todas las formas posibles”.
Italo Calvino. Seis Propuestas para el nuevo milenio.
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Escribir tejiendo o leer relacionando es un propósito que puede remontarse a la antigüedad. La idea de hipertexto es tan antigua como la documentación misma. Sus pinceladas se registran en la propia Biblioteca de Alejandría. Sin embargo, sólo desde hace unos pocos años, podemos verla actuar en los medios gracias a programas cada vez más complejos que permiten la creación de textos vinculados. Tampoco es nueva la idea de una máquina o utillaje -hardware- que relacione textos, facilitando así la escritura y la lectura. De los primeros avances al Memex de Bush, de 1945, -que ya incluye pantallas- hay sólo unos cuantos clicks de teclas. Era de esperar que siguieran los pasos en la tecnología hipertextual, cuyo origen es la escritura misma por obra de los arquitectos del laberinto. Cuando Cortázar y otros deconstruían la palabra para convertir un libro en otros muchos, el juego de la ficción sustituía a la realidad. Ahora las pantallas de pantallas enlazadas convergen hacia la realidad para poner ante el lector todo un mundo de posibilidades necesarias o estúpidas, imprescindibles o triviales, que de todo hay. También en los medios.
La estructura hipertextual del discurso y la convergencia de los soportes mediáticos convencionales suponen una redefinición de las bases sobre las que se asientan los géneros periodísticos habituales. Hay quien sostiene que el lenguaje de los nuevos medios no está consolidado. Es cierto. Pero tan cierta es esta afirmación como la que considera que tampoco en los medios escritos lo estuvo. Es decir, la prensa tradicional creó su lenguaje, su modo de presentación, su hacer haciéndose, pero no fue ajena a cambios, modas y nuevos modelos para crear y participar la información.
En realidad de trata de diseñar y desarrollar nuevos retos. Algunos creen que
Internet no necesita periodistas. Y algo de verdad hay en ello. Pero, por otra parte, los periodismos abren nuevas perspectivas a la comunicación al hermanarse con las nuevas tecnologías. Cuando en la realidad escritor y lector intercambian papeles y, en otras esferas, el reto hipermedia propone nuevas concepciones al arte o a la educación; se tambalean los cimientos de la más ortodoxa literatura, (por cierto, ¿existe la e-literatura?); se analiza el futuro del libro o el propio lenguaje de los medios, etc. se hace más necesario que nunca que el periodista participe de estos asuntos, al margen o no de otros proyectos novedosos. Siempre será interesante nadar en la información, más aún cuando el hipertexto bifurca y comparte la experiencia, como vislumbrara aquella Biblioteca Total de Borges, reducida aquí a la ventana para trascenderla y ampliarla venciendo resistencias y horizontes. Esto es, de la página a la pantalla, ya sea de móvil o de ordenador.
Las herramientas bases están ya en el taller. La técnica de su uso aún en el laboratorio, asistiendo a debates y continuas mejoras. Pero las reglas de la ¿nueva? redacción están aquí. Decía Ramonet de Internet como "aquél que llega", pero Internet ya está aquí. Ha convulsionado señas de identidad, relaciones y pilares tradicionales. Ha hecho tambalear a los mismos faraones. No a los que cobijaban su alma bajo el adobe y la piedra del desierto. Tampoco a la que alberga en cristal la entrada del maravilloso Louvre. Nos referimos a esa otra pirámide asentada y construida sobre el discurso y la palabra periodísticas que se basa en otros materiales para sustentar su equilibrio en referencias cruzadas, posibilitando al periodismo -o a los periodismos- enlazar nuevas secuencias para amplios propósitos organizativos. No es algo lo que está cambiando, sino mucho. Y a la vuelta de la esquina estará esperando la respuesta al debate sobre la redacción en los nuevos periodismos. No falta mucho para que se defina. Por cierto, que su solución también será polifónica, según miremos al móvil, al ordenador o al clásico papel.

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