El alminar

Saturday, May 21, 2005

El revoltoso cable andaluz.

Recuerdo hace ya algunos años cómo, en algunos barrios de Sevilla -para espanto de los vecinos-, buena parte de las calles estuvieron literalmente levantadas. Y para sorpresa de todos, los que abrían el tejido urbano no eran los del agua, los de la luz o los del gas; perfectos chivos expiatorios de desagradables ruidos, caos circulatorio y suciedad. Esta vez venía el cable que, con forma de camaleón, sacaba la lengua con sorna a todo el vecindario.

Inmediatamente venía la pregunta del millón: "Bueno, y ¿el cable para qué es?"; a lo que los operarios, ya cansados del día de faena, contestaban sin dudar: "Señora, el cable es pa tó", dejando la curiosidad tranquila al menos hasta la esquina, cuando una se replanteaba en qué podrían consistir tales excelencias y en qué mejorarían nuestras vidas tantas zanjas abiertas como polvorientas cremalleras.
Me caía bien aquel simpático camaleón urbano de lengua redonda y alegres colores. Parecía que, cansado de vivir en lo más profundo de las zanjas callejeras, había decidido un buen día salir a la luz para ser el icono-fashion de las tapas de alcantarillas hispalenses allá a finales de los 90.


Hoy ya no saca la lengua ningún camaleón. Al simpático cazador le salió una pequeña extensión de tan sólo cuatro letras que, en un pis pas, demostró que el cazador había sido cazado por otra lengua.
Lo comprobarán de manera fácil. Si buscan el antiguo supercable con la extensión "punto.es" el navegador les remitirá directamente a Auna; y si lo intentan por la extensión "punto.com" llegarán directamente hasta Venezuela. Parece que el camaleón volvió al hábitat tropical dejándonos atrás montones de enlaces vacíos, iconos de museo y sueños de uniones imperecederas. Tan sólo -y durante un tiempo-, los colores redondos del camaleón matuvieron su esencia para dar luego, definitivamente, el paso hacia otra imagen que parecía, en estos tiempos, más correcta.


Casi a la par que el Camaleón ONO levantaba la cabeza con otra brillante y prometedora trayectoria; en este caso para Cádiz y Huelva. Al principio con colores morados, luego dulcificándolos para que todos distinguiéramos que era distinto a aquel que ya se dijera...

Pero, cosas de la vida. En negocios no parece existir lo que no se pueda...

El año pasado AUNA trató de comprar ONO. Superado el rechazo de la OPA planteada, la fusión de ambas podría resolverse a finales de este mismo 2005. Así las cosas, poco por contar queda.

Vayamos a los números, que son los que de verdad cantan qué se cuece en lo que se enreda.
Según estimaciones de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, el número de hogares cableados en España alcanzaba el millón y medio hacia el año 2000 y aún no ha subido a los 2 millones. Un porcentaje relativamente bajo constituído, en su mayoría, por accesos híbridos fibra-coaxial, aunque los de fibra óptica alcanzan ya cerca del 35% sobre el total de accesos.
El tira y afloja de la circunstancias políticas de estas décadas, de las inseparables luchas económicas en busca de beneficios, el despliegue de macrogrupos empresariales que diluyen nombres e ideas a favor de grandes intereses, enredan el conocimiento del cable como sucede también con el resto de los grandes grupos mediáticos. Los retrasos de las previsiones, los fallos en la instalación y la certeza de que existen alternativas reales más fáciles y baratas -aunque no integradas-, suscitan ciertas dudas para el posible usuario.
Sin embargo, según los expertos, una alta penetración del cable es condición sine qua non para el desarrollo de la sociedad de la información. De hecho, en los países donde ésta está muy avanzada coincide que existe una gran implantación del cable. Un reciente titular de El País corroboraba el creciente dominio del ADSL, lo que obligaba a las empresas del cable a reaccionar porque las cifras por conexión a Internet bajaban. El análisis de las causas es bien fácil: ha existido una burocracia excesiva en los concursos por zonas, un coste añadido para la apertura de zanjas, una resolución de municipios y comunidades de vecinos lenta etc., lo que ha propiciado que mientras los años pasaban, la televisión digital y el ADSL echaban raíces más fáciles que las del cable por la tierra. Si el cable iba a ser, hace unos años, la panacea para la telefonía, la televisión y la red de Internet con aquel "todo más cómodo, barato, y mejor", la realidad actual es bien distinta a las expectativas de entonces; cuando los concursos realizados para clablear el país integraban a más de 30 empresas, disminuidas hoy a unas pocas en un proceso de concentración imparable. Ojo, que no se alcanzaran las cifras esperadas no significa que el cable no crezca. Según la Asociación de Televisiones Locales de Andalucía existe una subida importante analizada en cuestión de share.
En general el cable en España ofrece un panorama parecido al descrito para Andalucía. Concentraciones, privatizaciones, alianzas y multitud de estrategias que dejan al usuario inmerso en una selva de incertidumbres que pasan de la simple interrogación de los usuarios del cable hasta llegar a la queja en las zonas más desfavorecidas.
Tanto AUNA como ONO venden sus servicios de cable explicando que en él caben las comunicaciones de voz, los contenidos de Internet y televisión a través de una única conexión y de un único operador. Y detallan los servicios derivados frente a supuestos competidores a la par que aseguran una rápida, segura y fácil instalación que acomodará todo el confort y el entretenimiento en los hogares.
Desconozco hasta qué punto su desigual desarrollo por comunidades corresponde a criterios pseudopolíticos o económicos más allá de los puramente comerciales o de desarrollo tecnológico; pero pareciera que la situación del cable -amén de vaivenes políticos-, sufre una lucha entre las tecnologías, que compiten entre ellas. ¿Usted por cuales apuesta?

**********

Enlace destacado:
El Centro de Estudios sobre el cable propone una interesante lista de enlaces a páginas relacionadas (si bien algunas ya son historia de lo que pudo ser; incluso con enlaces rotos por la evolución de las empresas).

Thursday, May 12, 2005

Ut pictura poesis: Un buen contenido y un buen diseño

"La clave del éxito de una experiencia está en la desconexión placentera del sujeto
respecto a su entorno y en la voluntad de repetir la experiencia y/o el cambio
de actitud o comportamiento tras la experiencia".

Busco la palabra usabilidad en el diccionario de la Real Academia y una pantalla correcta pero algo fría me indica que "no está", lo cual no quiere decir que no exista. El google acumula un total aproximado de 430.000 entradas de este término -adaptado directamente desde el formato anglosajón-, y se acrecienta hasta los 24 millones si nos decantamos por el original usability al que diera vida J. Nielsen. Es el problema de la capacidad ordenada que permite encontrar la aguja en el pajar y que posibilita que uno sepa que las cosas existan o no. Lo que en Internet es casi una cuestión de superviviencia, a no ser que uno quiera permanecer en cierta soledad en su bosque de palabras.

La próxima semana se celebrarán en Barcelona unas Jornadas sobre usabilidad en sistemas de información. Son las segundas de una cadena de propuestas. Y es que, por mucho que parezca que todo está inventado, el debate sigue abierto. Es lógico: siempre se está a tiempo de hacer mejor las cosas ya sea en el apartado de la eficacia o en el de la eficiencia, pues se trata de navegar con facilidad. Y eso requiere de escritores y diseñadores hábiles.

En español, cuando algo sirve, decimos que es útil, que no es un lujo o accesorio. Me aclaran desde la red que el concepto usabilidad ha sido adaptado al español porque integra con coherencia varios términos en sí y su traducción, lejos de ser precisa, sería compleja. Vendría a ser algo a medio camino entre la capacidad para recuperar una información, la accesibilidad y la utilidad.

Esquema Findability-Usabilidad-Utilidad


Aunque la utilidad es nuestra arma lingüística, las nuevas tecnologías capaces de romper fronteras y ampliar límites, una vez, más reivindican y requieren una definición más compleja para un término que no existe y que, sin embargo, ya es el día a día de los usuarios que navegan por Internet. Son muchos los manuales disponibles que participan qué se debe y qué no se debe hacer a la hora de conseguir un bien sitio web a fin de crear correctos escenarios de uso. De hecho, ya son reales -además de virtuales- las páginas accesibles para todos, como Entelequia. Y conocido es el esfuerzo de la Seguridad Social para ser más segura y algo más social.


No es algo nuevo. La busqueda por el buen hacer existió siempre. El mismo Fidias, arquitecto de la Atenas de Pericles, empeñaba sus esfuerzos en alzar en la magnífica Acrópolis, la ciudad armónica bajo los dictados de la sección aúrea; la piedra filosofal de la divina proporción. Los tratadistas renacentistas y otros posteriores ahondaron en el tema y de su saber aún bebe el diseño contemporáneo. Díganme, ¿qué les sugieren estas obras de Rhotko?

***

Para La Divina Proporción (Leonardo da Vinci)


Abrir ventanas es abrir posibilidades. En una sociedad donde la cultura visual entra por los ojos a la par que el aburrimiento salta literalmente por el aspa superior derecha de la ventana de su navegador, tres clics pueden ser multitud. El viejo paradigma de Lasswell sigue vigente a la hora de entender cómo escribir en la red. Se trata, en definitiva, de tener claro qué se quiere decir, a qué publico o usuario irá destinado, con qué fin, etc.

***

Decía G.H. Hardy que los modelos de un matemático, al igual que los de un pintor, o un poeta, debían "ser hermosos", porque las ideas, como los colores o las palabras, debían ensamblarse de una forma armoniosa. Así la belleza era "la primera señal" para la permanencia frente a lo efímero. No existe, sin embargo, un decálogo de oro para la usabilidad. Es cuestión de sentido común, aunque ciertas pautas pueden ayudar a su consecución. Ya saben: no se trata de abusar de las letras en negrita o en cursiva; tampoco de los espacios pesados, las pantallas inabarcables para el ojo humano o de las florituras innecesarias. Hay que dar posibilidades a búsquedas sensatas, al despliegue de menús que a uno mismo le serían útiles y, como en otras muchas cosas, recordar que la mejor página es aquella a la que uno mismo volvería sin dudar. Como a una buena cafetería o a un buen museo. Aprender del pasado para diseñar el futuro no resulta mala fórmula.

Volvemos pues a la máxima horaciana: "Ut pictura poesis". Y equiparamos pintura y poesía; forma y fondo, continente y contenido; diseño y redacción.


Algunas pistas:
Entrevista realizada por Mari Carmen Marcos y Carles Gibernau; El Profesional de la información (núm. 2, marzo-abril 2005, p. 150-156): "Usabilidad en sistemas de información: los expertos responden" (formato pdf.)
Principios generales de usabilidad para la web:
http://www.desarrolloweb.com/articulos/1133.php?manual=5
Buena bibliografía general y específica:
http://jthom.best.vwh.net/usability/biblio.htm
970 links sobre usabilidad organizados por criterios lógicos:
http://www.usableweb.com
El banner perfecto (si es que existe): http://www.alzado.org/think/banners.html
Estética, usabilidad y emoción:
http://www.ainda.info/estetica_vs_usabilidad.html
El Enano Internáútico: divertida web de contenido desigual pero de interesantes enlaces.
http://www.internauta.info/
No sólo usabilidad... pero sí buena parte:
http://www.nosolousabilidad.com/articulos/sec_usabilidad.htm
Más artículos sobre usabilidad: http://www.webestilo.com/guia/articulos.phtml
Usabilidad para pequeños proyectos web: http://alzado.org/articulo.php?id_art=420
Glosario de usabilidad: http://www.usabilityfirst.com/glossary/main.cgi
Para leer sin cables: http://www.agapea.com/UsabilidadDn10396i.htm

Friday, May 06, 2005

¿Hablamos de valor o de precio?

matrixespaniola1.jpg
Dice Mikel Amigot, director editorial de Iblnews.com, que "lo que no funciona en el mundo real, no funciona tampoco en el mundo de Internet". Algo de razón tiene, aunque Internet, como sistema vivo, es capaz de cambiar modos y funciones. Puede que hasta realidades.

En la freeculture, en la cultura de las opciones gratis o semigratis, lo raro es pagar. Internet proporciona buenas fuentes, buenos medios y buenos recursos. Proporciona, igualmente, buenos virus, buenos artículos insulsos de copia-pega y buena dosis de escritos soporíferos también gratis. Si de lo que se trata es de ver cuántas ventanas es uno capaz de abrir terminará con virtuales agujetas. Además de que, si se abren todas a la vez, lo más probable es que los papeles -también los digitales- salgan volando, o que las sufridas teclas padezcan cierta esquizofrenia contagiada primero por el navegador... luego por el navegante.

Fotogr. de J. A Millán

Raros tiempos los que corren. Por un lado vivimos en la cultura de pagar por todas partes (hipotecas de euribor incierto, letras del coche, electrodomésticos varios, o -incluso-, plazos de las últimas vacaciones). Por otro, en una especie de curiosa invitación permanente a lo gratis que, lógicamente, obtiene singular aceptación. Si ponen la palabra gratis en el google tendrán a su alcance cerca de ¡20 millones de páginas! (Si optan por free alcanzarán la binaria y potente cifra de 1.010.000.000 páginas). Tengan en cuenta que Sida reúne 9,5 millones de páginas; la palabra guerra cerca de 8 y periodismo 1,3. Juzguen ustedes si tienen tiempo, ganas y un buen antivirus que les acompañe por los caminos del free.
* * *
* * *
Cuando vengo por las mañanas a la facultad, cada día me recibe alguien con una sonrisa amable y, llueva, haga frío o calor, me regala un diario gratuito que pasa directamente a mi mano. No hay truco. No tengo que juntar chapas de nigún refresco, recortar sellos de ninguna parte o firmar suscripción alguna. Tampoco tengo que comprometerme a venir todos los días o ceder mis datos a algún fichero informatizado para alguna remota base de datos.
Tan fácil como esto. Tras el "muchas gracias" de rigor pienso cuántas manos agradecidas verán estos chicos jóvenes que reparten la prensa gratuita. Recuerdo cuando salió la Gaceta Universitaria. Aquellos periodiquillos con olor a tinta, a fiesta de estudiante y a cierto tufillo de negocio, por entonces más solapado ante la novedad. Ahora quedan amontonados en la puerta de las facultades y son recogidos al gusto. Hace unos quince años, otro joven amable, los entregaba en las clases de la Fábrica de Tabacos con la misma sonrisa que ahora ha volado hasta la facultad de Comunicación. A estas alturas sería una alucinación decir que el éxito de la prensa gratuita esté originado por el chico o chica que reparten el diario. Pero parte de su estrategia de audiencias radica ahí: en acercar el día a día al lector de manera gratuita, cómoda, llevándolo a la mano del destinatario a pie de puerta, semáforo o esquina con un formato ágil, una redacción fácil, llamativa y eficaz. ¿Qué más quieren? Probablemente no encuentren la taza de procelana o el libro del día que regala otro medio de pago en su kiosko habitual. Pero también saben que recoger esas hojas volanderas gratis no va a impedir que usted se acerque al kiosko por la taza -si es que le interesa- con los cromos recortados en mano y, de paso, acceda al abanico expuesto allí de información.
En realidad, el indudable atractivo de los gratuitos queda fuera de toda duda. Los nuevos diarios gratis mejoran, e incluso hay quien habla de gratuitos de segunda generación. Hasta pareciera que los diarios de pago apuestan por los gratis; que en España ya reúnen a más de tres millones de lectores.

Desde este alminar digital facilitado por la blogosfera aún no alcanzo a ver con claridad el horizonte que antes vislumbraban aquellos que desde las alturas esperaban entre almenas las que se les venían. Quizás hubiera sido más eficaz considerar un trapecio -también virtual-, por aquello de ser preferible verlas venir en movimiento. Esta torre, que además de sus raíces -léase cimientos- quiere tener cables no sabe lo que pasará mañana. Ni siquiera esta noche. Aunque cree percibir una lógica y necesaria convivencia entre ambos tipos de recursos; ya de pago, ya gratis, en todas sus variantes, vertientes y métodos. Es cierto que, de un tiempo a esta parte, los medios digitales han tomado posturas ambiguas a la hora de lograr una definición propia. Primero en cuanto a contenidos, formatos, nombres o definiciones se refiere. Luego, a veces a la par que lo anterior, en establecer y asentar una política de mercado clara. Esto último se ha visto traducido en una variedad de opciones al alcance del consumidor. Una diversidad que, en principio, me parece positiva. Cobrar por contenidos especiales, por datos multimedia, por ofrecer la información antes, por...lo que sea. O no.
Cuando la fiebre de la red alcanzó a las redacciones muchos tenían una política bastante clara en cuanto a lo que hacer, pero sólo unos pocos –y no sin cambios posteriores-, algo más difusa en cómo hacerlo. En los noventa, con la red ya enredada por medio mundo, en España los medios tenían algo muy claro: ante todo había
que estar. De la manera que fuera, con el formato que fuera, y por supuesto, mantenerse, incluso con costos añadidos. Pronto se vio que la red podía ser un escaparate de mil y un negocios insertos en el medio. Desde hoteles a agencias de viajes, desde centros comerciales a la venta de ordenadores; de lo más surrealista a lo más cotidiano. Ahí estaba el negocio. La enciclopedia del kioskero o la taza semanal de fina loza aparecían virtualmente a golpe de click al abrir ventanas cómodamente desde el sillón de casa o el de la oficina. Aún así el mercado no se ha decantado por una política uniforme de precios, lo que no me parece que sea necesario. La igualdad prefiero exigirla en cuestiones de justicia. El resto, guste o no, debe moverse al vaivén de los tiempos. Porque, ¿hablamos del valor o del precio? Recuerden a Machado y aquello de los necios...

Thursday, April 21, 2005

Ideas y creencias; nombres y cosas.

Decía Ortega y Gasset que "las ideas se tienen", pero que "en las creencias se está". Tal vez sea esta una clave interesante para entender de lo que hablamos.
Escribía García Márquez que, al principio, cuando las cosas carecían de nombre por ser todo tan reciente, era necesario
señalarlas con el dedo para mencionarlas. En otras ocasiones, hubo personajes destacados que quisieron borrar intencionadamente el recuerdo de determinadas designaciones o topónimos. Quien no sabe de aquel "de cuyo nombre no quiero acordarme". Para todo hay.
Me vienen ahora a la memoria aquellos meses que estuve viviendo en Lima (Perú) como becaria de la Agencia Española de Cooperación Internacional. Etimológicamente, Lima parece tomar su nombre del río junto al que se asienta; el río Rímac. Una palabra que en quechua viene a significar "el río que habla" en alusión al ruido que sus piedras producían al rodar en las grandes riadas. Pero dejó de tener ruido y buena parte de su caudal -yo lo he visto totalmente seco- con ciertas obras recientes que lo encauzaban debidamente. El río que habla por el ruido de las piedras
dejó así de tener ruido. Casi dejó de ser río. Sin embargo, a nadie se le ocurrió entonces buscar un nuevo nombre para él. Ni para el barrio aledaño, por cierto, otrora llamado la Nueva Triana. Si conocen Sevilla, adivinen por qué. El caso es que no se necesitó.
Algo parecido sucedió con el nombre de la ciudad: Lima. Cuando los españoles asentaron su fundación en 1535 de la mano de Pizarro, la ciudad -tres veces coronada-, pasó a llamarse oficialmente la Ciudad de Los Reyes. Hay quien dice que por los de Castilla; otros señalan a los Magos, porque quedó diseñada en los primeros días del mes de enero. Pero... ¡ay de los que llaman a las cosas por nombres que no les corresponden! La Ciudad de Los Reyes sólo guardó la designación oficial para las escrituras legales y actos singulares, pues como unos años después escribía el cronista Cieza, "no hay nadie que diga a Los Reyes voy o de Los Reyes vengo", y quedó el de Lima para el trato coloquial. Y ya saben, Lima por influencia del vocablo Rímac, el río que habla que ahora ya casi no es río y hace mucho que no murmura nada.
Creo que la experiencia enseña que pueden crearse palabras geniales que dicen y señalan exactamente lo que es necesario nombrar, y por ello, se expanden con éxito. Pero que, en general, es el usuario, el implicado, la gente en general -si me lo permiten-, la que termina de manera espontánea y raramente impuesta adoptando naturalmente designaciones para cosas nuevas u otras de antaño con letras que ahora no convencen.
Ortega decía que para identificar un asunto, un problema, había primero que ponerle nombre. Y en periodismo y nuevas tecnologías, sustentos sobre los que se asientan las reflexiones de esta bitácora, los nombres están. Hablamos de periodismo participativo, periodismo cívico o ciudadano, periodismo comunitario, periodismo de anotación, periodismo de código abierto, periodismo distribuido y otros muchos. Que el nuevo formato, los nuevos modos redaccionales, las nuevas tecnologías, las recientes nuevas rutinas que se solapan, excluyen o integran -según el caso- a las viejas, requieren de un nuevo nombre para señalar "esto" es posible. ¿Habría que distinguir al ciberperiodista del periodista?, ¿al cibermedio del medio a secas?, ¿al diario contínuo del diario? Puede que sí, y seguramente será ventajoso para evitar futuras ambigüedades.
Pero ahora, el asunto es otro. Claro que estamos ante una nueva realidad comunicacional e informativa. A estas alturas, pocos son los que no lo saben. Pero el río se sigue llamando Rímac aunque ya no lleve piedras que canten al rodar y fluyan por él informaciones desde muy diversos formatos y fórmulas.
Después de siglos de invenciones, el mundo sigue siendo -como describiera García Márquez - "reciente". Pero no encuentro problema para llamar a este modo de hacer o recibir periodismo como ciberperiodismo. A fin de cuentas...
¿quien no se ha dado cuenta que el dedo que ahora señala lo que no tiene nombre -sea río, sea medio- es ya virtual?

Thursday, March 31, 2005

Escribir tejiendo, leer relacionando.

"¿Qué somos, qué es cada uno de nosotros sino
una combinatoria de experiencias,
de informaciones, de lecturas, de imaginaciones?
Cada vida es una enciclopedia,
una biblioteca, un muestrario de estilos donde todo se puede mezclar continuamente
y reordenar de todas las formas posibles”.
Italo Calvino. Seis Propuestas para el nuevo milenio.
*****
Escribir tejiendo o leer relacionando es un propósito que puede remontarse a la antigüedad. La idea de hipertexto es tan antigua como la documentación misma. Sus pinceladas se registran en la propia Biblioteca de Alejandría. Sin embargo, sólo desde hace unos pocos años, podemos verla actuar en los medios gracias a programas cada vez más complejos que permiten la creación de textos vinculados. Tampoco es nueva la idea de una máquina o utillaje -hardware- que relacione textos, facilitando así la escritura y la lectura. De los primeros avances al Memex de Bush, de 1945, -que ya incluye pantallas- hay sólo unos cuantos clicks de teclas. Era de esperar que siguieran los pasos en la tecnología hipertextual, cuyo origen es la escritura misma por obra de los arquitectos del laberinto. Cuando Cortázar y otros deconstruían la palabra para convertir un libro en otros muchos, el juego de la ficción sustituía a la realidad. Ahora las pantallas de pantallas enlazadas convergen hacia la realidad para poner ante el lector todo un mundo de posibilidades necesarias o estúpidas, imprescindibles o triviales, que de todo hay. También en los medios.
La estructura hipertextual del discurso y la convergencia de los soportes mediáticos convencionales suponen una redefinición de las bases sobre las que se asientan los géneros periodísticos habituales. Hay quien sostiene que el lenguaje de los nuevos medios no está consolidado. Es cierto. Pero tan cierta es esta afirmación como la que considera que tampoco en los medios escritos lo estuvo. Es decir, la prensa tradicional creó su lenguaje, su modo de presentación, su hacer haciéndose, pero no fue ajena a cambios, modas y nuevos modelos para crear y participar la información.
En realidad de trata de diseñar y desarrollar nuevos retos. Algunos creen que
Internet no necesita periodistas. Y algo de verdad hay en ello. Pero, por otra parte, los periodismos abren nuevas perspectivas a la comunicación al hermanarse con las nuevas tecnologías. Cuando en la realidad escritor y lector intercambian papeles y, en otras esferas, el reto hipermedia propone nuevas concepciones al arte o a la educación; se tambalean los cimientos de la más ortodoxa literatura, (por cierto, ¿existe la e-literatura?); se analiza el futuro del libro o el propio lenguaje de los medios, etc. se hace más necesario que nunca que el periodista participe de estos asuntos, al margen o no de otros proyectos novedosos. Siempre será interesante nadar en la información, más aún cuando el hipertexto bifurca y comparte la experiencia, como vislumbrara aquella Biblioteca Total de Borges, reducida aquí a la ventana para trascenderla y ampliarla venciendo resistencias y horizontes. Esto es, de la página a la pantalla, ya sea de móvil o de ordenador.
Las herramientas bases están ya en el taller. La técnica de su uso aún en el laboratorio, asistiendo a debates y continuas mejoras. Pero las reglas de la ¿nueva? redacción están aquí. Decía Ramonet de Internet como "aquél que llega", pero Internet ya está aquí. Ha convulsionado señas de identidad, relaciones y pilares tradicionales. Ha hecho tambalear a los mismos faraones. No a los que cobijaban su alma bajo el adobe y la piedra del desierto. Tampoco a la que alberga en cristal la entrada del maravilloso Louvre. Nos referimos a esa otra pirámide asentada y construida sobre el discurso y la palabra periodísticas que se basa en otros materiales para sustentar su equilibrio en referencias cruzadas, posibilitando al periodismo -o a los periodismos- enlazar nuevas secuencias para amplios propósitos organizativos. No es algo lo que está cambiando, sino mucho. Y a la vuelta de la esquina estará esperando la respuesta al debate sobre la redacción en los nuevos periodismos. No falta mucho para que se defina. Por cierto, que su solución también será polifónica, según miremos al móvil, al ordenador o al clásico papel.

Tuesday, March 15, 2005

La sexta ola: La telefonía móvil como medio de comunicación.

Desde aquella "invención" que algunos calificaran de diabólica y que requiriera de índices de libros prohibidos han llovido miles de algoritmos, arrobas y versiones actualizadas "punto-com" de productos -aunque a veces la historia contemporánea tenga increíbles similitudes con otras épocas-. Pero el camino quedó abierto: de aquellas planchas de talleres medievales saldrían a la luz a velocidades insospechadas unos impresos que posibilitarían la circulación de ideas sin límites geográficos.
Siguió la radio, luego la televisión, las grabadoras de todo tipo, Internet y -desde hace poco-, los móviles. No extraña, por tanto, que diferentes estudiosos y algunos "hombres de negocios" involucrados directamente en el asunto hablen de esta sexta ola capaz de provocar toda una marejada de posibilidades.
Unos pocos años bastaron para que aquella caja mágica de palabras de precios desorbitados dejara de ser una excentricidad asequible sólo para un reducido número de personas de cierto nivel adquisitivo. Desde entonces la telefonía móvil ha evolucionado rápidamente. Aquellos ladrillos con antenas como lanzas capaces de ocupar el espacio de un zapato han visto reducido peso, tamaño y precio, a la par que se incrementaban la capacidad y posibilidades de uso. No es difícil pensar en ancianos protegidos por una respuesta casi siempre segura, citas médicas recordadas en pocas líneas, invidentes que disfrutan de un acceso relativamente fácil o, incluso, poesía para pantallas pequeñas. Todo un mundo en el bolsillo que amplía su abanico de facilidades cuando se refiere a los medios. De un vistazo el móvil puede sugerir un recorrido, informar de la programación de una cadena televisiva o radiofónica, informar de precios de entradas, o facilitar miles de sugerencias y servicios. Cuando La Vanguardia y Amena idearon el servicio "Siempre al día" no partieron de la nada, sino de toda una tendencia de mercado que decidieron aprovechar aunando en este caso información, gestión y distribución a través del móvil. El servicio ha incrementado sus perspectivas a nivel mundial. El caso de Whopla define el intento por adaptar un magazine a la estética y capacidad de los móviles.
El móvil se ha instalado en nuestras vidas y se hace imprescindible para infinidad de asuntos domésticos en todo el planeta. Sería ilógico que los medios quedaran al margen de estas posibilidades que permiten la transmisión de datos con fiabilidad para muy distintos menesteres. Facilidades que se incrementan a medida que la técnica ensancha horizontes.
Cierto es que el panorama tiene otra cara de la moneda: guerras de cifras, competencia feroz, despidos en masa, reciclajes profesionales, precios a la baja e incertidumbres tecnológicas. Es aquí donde deben situarse distintas campañas entre operadores que lanzan ofertas como el gratis entre clientes para sorpresa de algunos.
Evidentemente las características de la información a través del móvil difiere de la tradicional. Pero la historia es circular -más bien espiral- y, de hecho, ya hay formatos digitales que, curiosamente, cada vez recuerdan más a los desarrollados por la telefonía móvil.
El camino está abierto para ir en un sentido, en los dos, o en ambos. Ojo, no está libre de sospecha...

Wednesday, March 09, 2005

Power Line Communication: chispas a velocidad de vértigo.

Hace tiempo que el vértigo se define y redefine constantemente en la red de redes. Una red que se enreda y desenreda con la misma habilidad con la que una serpiente ya veterana es capaz de desenvolverse en su hábitat natural. Y es que, desde hace unos años, la red ha identificado su entorno y, definido éste, busca alternativas que encuentra -para asombro de profanos- con una facilidad increible. Tantas como las del usuario para engancharse y acceder a ella con técnicas y procedimientos cada vez más variados y sutiles.
Definir el concepto
PLC de una manera fácil es señalar hacia Internet por la red eléctrica. Explicar cómo es vuelve a ser relativamente asequible, hasta para aquellos a los que se les ponen los pelos de punta cuando oyen hablar de energía. Entrar en definiciones más complejas que aborden modos y tipos, o lo que es lo mismo, versiones adaptadas a uso según destino ya es otro cantar, porque los conceptos PLOC o PLIC (Power Line Outdoors Telecoms o comunicaciones extrahogareñas de red eléctrica y Power Line Indoors Telecoms o comunicaciones intrahogareñas de la misma red) requieren, al menos, de cierta pausa en su lectura.
En cualquier caso el para qué vuelve a ser accesible si se resume su propósito, de forma muy sumaria, señalando que tal vez hablemos de una alternativa a la banda ancha.
Vayamos a lo práctico:
¿Qué aportan las siglas PLC a sus usuarios? En primer lugar posibilidades -como ejemplifican las comunicaciones de Endesa- no exentas, sin embargo, de desencuentros; pros y contras a los que sólo una buena inversión y una eficiente gestión racional pueden responder. Asuntos raros en un mundo éste donde los ingresos y balances señalan directrices no siempre demasiado ortodoxas, como ya estamos a costumbrados a padecer y no por eso dejan de producirse aquí y allá cuando la María o el Marío enchufan el aspirador. Del wireless hablaremos otro día, cuando el ruido producido por el aparato de Marí@ permita un lugar a la reflexión...